Siempre hay una primera vez

Crónica GoliADs 2007 – Edición I

En la vida todo tiene su primera vez, que no tiene que ser ni mejor ni peor que las que vendrán posteriormente, pero que por ser la primera, se recuerda especialmente aunque defraude las expectativas depositadas. El caso de los GoliADs no es una excepción y también tuvo su primera vez, si bien a diferencia de otro tipo de experiencias, en este caso, no fue un fracaso, más bien un gran éxito. Aunque a día de hoy parezca difícil de entender, en los primeros GoliADs casi todo estaba por descubrir. La primera edición fue la de la inexperiencia, la del qué pasará, la del cómo responderán las agencias, el personal o los alumnos de la Universidad… No todos en la Universidad lo tenían claro, incluso, y no vamos a decir nombres, había quién ofrecía una clara resistencia y poca disposición a la colaboración por el pánico a lo desconocido. Sin embargo, también hay que reconocer que personas como el antiguo Rector de la UAO, el Dr. Alsina; el entonces gerente, Jordi Soley; Andreu Barrabino, o Jordi Tudela lo tuvieron muy claro y desde el primer momento ofrecieron su apoyo incondicional. Bueno, tal vez lo que se dice un cheque en blanco no, pero sí un claro soporte institucional al proyecto.

Faltaba por ver la respuesta de los alumnos, los primeros ADvids de la historia ya que, al fin y al cabo, la apuesta estaba en sus manos. En este sentido, su compromiso no albergó ni la más mínima duda. ¡A por ello! Pero una cosa es la buena voluntad y otra la realidad de poner todo el “fregao” en marcha. Por delante teníamos un reto morrocotudo. La idea base y los objetivos los teníamos muy claros pero había que dotar de contenido y sentido al proyecto y, además, con un nivel de calidad que dejara a todo el mundo en buen lugar. Pues bueno, dicho y hecho. El primer indicativo de que íbamos en el buen camino lo tuvimos cuando pocos días después de empezar las clases se presentó el eje conductor de la edición de aquel año. Aquella excelente propuesta se ha mantenido a lo largo de todas las ediciones, hasta el punto que a día de hoy resulta imposible no asociar a los GoliADs con la historia de David y Goliad que idearon los del primer año. El diseño del trofeo también fue un total acierto, lo que ha motivado que haya perdurado, a pesar de que se le ha pegado algún pequeño meneo… Básicamente para reducir su índice de peligrosidad, ya que según a quien pillen en la calle con un GoliAD corre el riesgo de meterse en un aprieto y ser acusado por posesión de arma blanca.

Por lo demás, todo transcurrió con los nervios y discusiones habituales de cualquier año, pero tal vez acentuados por la incertidumbre de enfrentarse a lo desconocido. La falta de experiencia también motivó algunas situaciones que hasta la fecha hemos mantenido en secreto, como la de utilizar espray en el Aula Magna ¡totalmente prohibido! Que algún alumno atentara radicalmente con la política más básica de riesgos laborales de la Universidad subiéndose a una escalera para preparar el escenario, o bien que se tomara prestada una tela de color granate del Aula Magna como salvamanteles de los trofeos. El tema no tendría mayor importancia si la tela en cuestión no fuera ¡el estandarte de la Universidad!

En fin, como decíamos, pequeños errores fruto de la primera vez y de la inexperiencia, ya que en posteriores ediciones no volvieron a ocurrir estas cosas.  Bueno… no sé, tal vez sí, pero ya lo iremos descubriendo en los próximos posts. La Gala fue un éxito rotundo: notable asistencia de público, 22 agencias participantes y colaboración de personajes como Queco Novell -justo en el momento en que acababa de dar el salto de modoso presentador de informativos a humorista irreverente- o Manuel Fuentes. Así mismo, el premio a la mejor trayectoria recayó en Lluís Bassat, justo a las puertas de su jubilación. Dicho esto, puedo intuir lo que le puede pasar por la cabeza a alguno de los ADvids que participaron en las ediciones venideras ¡No es para tanto, en nuestro año hubo más agencias! De acuerdo guapitos, pero la primera es la primera, y hubo que picar mucha piedra para que en posteriores ediciones todo resultara más fácil.

Xavier Casado Cortes

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